Poema 11


Una cortina
de pájaros para
el cementerio.

Mira: los pájaros
errantes que escucharon
mis poemas
en el
cementerio
son cuervos negros
buscando carroña
de esa carne
que alguna vez
fue joven y
que amó con
pasión
y fue traicionada.
Hoy soy ésta que
no ama y no soy
traicionada.
Los pájaros errantes
sonríen en las nubes
a los enamorados.
Mira: allí está
mi alma que aún
no se extingue
y que palpita
de sangre
que se va enfriando
para terminar
bajo tierra.
Mira: ya no puedes
mirarme
estás muerto
con tu cruz de palo
en tu sepultura de tierra,
con tu cara vuelta
de cielo
implorando algo que
no vendrá
que no puedes ver
debido a tu estado
de muerte natural
tan necesaria.
Una cortina de
jotes y una
de gaviotas
cierran el telón,
cae la cortina
y todo se acaba
mira: me faltan
dos lágrimas para
olvidarte
y las estoy derramando.
Mira: la cortina de
cuervos que me sacan
los ojos. para no ver
las heridas que van
cicatrizando
y los poemas que se
van escribiendo.
mira: ya no me
mires, quedas entre 
actos
con una cruz de palo
con la cara vuelta
al cielo
para olvidarnos
para siempre de los
dedalitos de oro que
crecían en las líneas
férreas.

Mira: ya no me
mires porque estamos
muertos de
muerte natural.


Poema 12
Acarreo este muerto
hace más de treinta
años.
No tiene flores,
no tiene sepultura,
no existe.
Lo llevo en mi
espalda
y me pesa un siglo
en la sonrisa que se va
como el agua
del estanque
donde bañé
mis quince años.
Lo llevo digna
como Juana la
Loca a su Felipe
el hermoso.
Por todas partes
te llevamos
con amor
de vivos para
muertos,
en el aire
que respiramos
con su olor a
muerto sacrificado
crucificado
en su cruz invisible,
en su defunción
no aceptada por
las leyes chilenas.
en sus veinte años
perdidos
cortados como las
flores de no me olvides,
no me olvides,
no te olvido.